EL AROMA DE NUESTRO SILENCIO

Quisiera ser viento

perpetuo en el tiempo,
y levantarte en torbellinos,
descubrirte, recorrerte,
cada palmo,
cada extracto de tu piel en mi memoria,
entonces:
no tendríamos historia
sólo perseguiríamos nubes altas
haciéndolas chocar en el aire.

Quizás podríamos barrer
un poco de tiempo
y lanzarlo al vacío
por debajo de la puerta,
borrar la palabra muerte
de todos los diccionarios
mientras nuestras miradas
tienden puentes de silencio.

Quizás la lluvia permanezca
como sensación embriagante
en el encuentro desnudo
de nuestros rostros silentes.

DIME AMOR

Cuál es el imán que nos acerca
qué nos revuelca,
qué nos confunde.

Cuál es el color
del manto que nos envuelve,
del río que nos transporta.

Déjame amor mirarte a los ojos
y volver a preguntar:

Cuál es el aroma de nuestro silencio

OLVIDO

Expulsaste los pájaros

le pusiste un espejo en frente a la vida,
pálida, desencajada por la imagen,
se vació como último suspiro,
noche venida a menos por la niebla

Ningún colibrí tempranero,
sólo aletea negro un ángel caído,
al Sur:
borde de la fría madrugada,
donde las libélulas se esconden solitarias
en los pliegues indiferentes de la memoria colectiva

DESPEDIDA

Miré el reloj
que está sobre el mueble
se había detenido a las
diecisiete, cuarenta y seis,
a esa hora,
tú estabas conmigo,

el tiempo no se detuvo…

Aroma a tren partiendo,
con su ruido ensordecedor
y rechinar de hierros
en medio de la niebla.