ENTRE DOS MUNDOS
Ayer, por la tarde
un viento de tormenta
me embistió por sorpresa
doblegándome... como a una espiga:
derecha, izquierda,
arriba, abajo,
llegué a rozar el suelo con los labios;
no me quebré,
pero no alcancé a besar la tierra amada
No llegué al lugar
donde una bombilla negra
enciende la noche,
ni donde las luciérnagas mueren de aburrimiento
a causa de la constante luz de tu rostro.
Sólo quedé detenido entre dos mundos,
en la misma estación,
la del olvido,
viendo pasar de largo
los trenes de vagones azules.